En California, al borde del Pacífico, se extiende un valle lúgubre y desértico al que los pioneros norteamericanos dieron el nombre, ciertamente justificado, del Valle de la Muerte o Death Valley. Tiene una extensión de unos 14.000 km2, llegando así hasta el estado de Nevada.
California es tierra de contrastes. Junto a valles fértiles posee uno de los más siniestros del mundo. Los buscadores de oro lo bautizaron con el nombre de Valle de la Muerte debido al elevado número de colegas que perecieron de sed, de frío o a causa de insolación al pretender atravesar este desierto salado.
El valle, que se encuentra a 85 metros bajo el nivel del mar, es el punto más bajo del continente americano. En esta zona, se crea el efecto Foehn, que provoca que el calor en el valle sea muy elevado. En él llueve muy poco, apenas lo suficiente para empapar ligeramente el suelo, pero no lo imprescindible para que pueda existir una vegetación frondosa. La vegetación y la fauna están adaptadas a la sequedad. Podemos encontrarnos con pequeños mamíferos e incluso, de vez en cuando, con coyotes y zorros.
Se declaró Parque Nacional en 1994 y, aunque parezca extraño, son muchos los turistas que pasan a verlo y se quedan maravillados con las preciosas instantáneas que pueden hacer. La verdad es que es ente tipo de sitios donde uno se siente realmente insignificante y donde toma consciencia de sí mismo, al ver que está rodeado de muerte en el sentido más literal y menos morboso de la expresión. Pero no es una atracción sólo por eso. El desierto, las dunas, las rocas, el horizonte…Toda una paleta de tonos que son una riqueza para la vista.
Para ir a Death Valley hay que tener en cuenta una serie de recomendaciones:
Es preferible ir en invierno, porque en otra época, las altas temperaturas no son agradables ni recomendables.
Si vas en coche, recuerda que no suele haber muchas gasolineras por los alrededores.
Lleva mucha agua y una gorra.
No esperes encontrar un McDonald cerca para el almuerzo.
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