martes, 27 de octubre de 2009

Del bosque de tu alegría


Porque de ti volví a aprender el nombre de las cosas, porque de ti volví a aprender lo necesario: pan, casa, destino, camino. De ti volví a aprender, del bosque de tu alegría, de manos de tu sereno misterio. Quedaba mucho por hacer: arreglar la huerta, hablar con los perros, pasear por las orillas del Otoño. Quedaba mucho por hacer, quedaba mucho. Porque de ti volví a aprender lo necesario, a prescindir de lo inútil, que nada es precario. Del brillo de tus ojos, a disfrutar el tiempo lento. Y cuatro cosas útiles de tu gesto cierto. Y muchas cosas más de ti aprendí. Y quedaba mucho por hacer... A tirar el lastre, de eso que es la existencia; del tráfico, del peso de los lunes; gris, cielo, hoguera, camino; de películas malas; a robarle el tiempo al minutero; que los relojes matan el tiempo. Quedaba mucho por hacer: recoger los sueños en las noches frías, como cuando no hay peces, recojo las redes vacías. Quedaba mucho por hacer, quedaba mucho. ··· Aprendí a sumar lo lógico y lo incierto, a poner la mesa. Aprendí a tolerar la presencia necesaria de las arañas. Aprendí a soportar sólo lo soportable. Y quedaba mucho por hacer, rechazar el tedio, luchar contra él. Y quedaba mucho por hacer... Limpiar de malas hierbas el prado, arrancar las rejas y cercados, hacer montones: perros con gatos, hacer montones: soles y estrellas, borrar las señales de vuelo para que los pájaros sean dueños del cielo. Y quedaba mucho por hacer.

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